miércoles, 9 de mayo de 2007

Un post de Bon fille me trajó a la cabeza (pero de dónde me lo trajo?) a Oliverio Girondo, su surrealismo, su poesía. Habiendo sido solo un casual lector suyo (de Girondo, no de frestón), busqué. Observé, recorrí, leí. Hay veces que pienso que cada uno se fabrica una interpretación a su gusto de la poesía, la que más le conviene. Hasta cierto punto creo que está bien, somos animales subjetivos, tenemos un YO más presente de lo que debería estar. Espero que vuestra elección, vuestra interpretación de la siguiente concatenación de eructos aromatizados sea tan bella como la mía, o como la de Oliverio.

¡AZOTADME!

¡Azotadme!
Aquí estoy,
¡azotadme!
Merezco que me azoten.
No lamí la rompiente,
la sombra de las vacas,
las espinas,
la lluvia;
con fervor,
durante años;
descalzo,
estremecido,
absorto,
iluminado.
No me postré ante el barro,
ante el misterio intacto
del polen,
de la cama,
del gusano,
del pasto;
por timidez,
por miedo,
por pudor,
por cansancio.
No adoré los pesebres,
las ventanas heridas,
los ojos de los burros,
los manzanos,
el alba;
sin restricción,
de hinojos,
entregado,
desnudo,
con los poros erectos,
con los brazos al viento,
delirante,
sombrío;
en comunión de espanto,
de humildad,
de ignorancia,
como hubiera deseado...
¡como hubiera deseado!