Tengo que afrontarlo, y aceptarlo: no soy bueno, no se escribir, las pocas ideas que llego a escrudiñar en mi corteza cerebral se desordenan y disgregan al momento de pasarlas al papel. Mis construcciones linguísticas son pobres e ilusas, y mi capacidad de concentración no siempre es la mejor. Por lo tanto a veces hay que recurrir a la transcripción. En este caso, un fragmento de un escritor con cuyos personajes no me es dificultoso identificarme a menudo, o al menos preguntarme ante una situación de la cotidaneidad: "Qué pensaría Oliverira? Cómo actuaría Lonstein? Que resolvería Paula? Que cornos le pasaría por el bocho a un mismísimo cronopio?". Esto a menudo sirve de gran ayuda. En fin, basta de insignificantes preludios, transcribo a continuación un pasaje que resume de manera eficiente y bonita un concepto, una idea, una....:
Claro que, observa el que te dije, a pesar de ese obstruccionismo subjetivo el tema subyacente es muy simple: 1)La realidad existe o no existe, en todo caso es incomprensible en su esencia, así como las esencias son incomprensibles en la realidad, y la comprensión es otro espejo para alondras, y la alondra es un pajarito, y un pajarito es el diminutivo de pájaro, y la palabra pájaro tiene tres sílabas, y cada sílaba tiene dos letras, y así es como se ve que la realidad existe (puesto que alondras y sílabas) pero que es incomprensible, porque además qué significa significar, o sea entre otras cosas decir que la realidad existe; 2) La realidad será incomprensible pero existe, o por lo menos es algo que nos ocurre o que uno hace ocurrir, de manera que una alegría, una necesidad elemental lleva a olvidar todo lo dicho (en 1) y pasar a 3)Acabamos de aceptar la realidad (en 2), sea lo que sea o como sea, y por consiguiente aceptamos estar instalados en ella, pero ahí mismo sabemos que, absurda o falsa o trucada, la realidad es un fracaso de hombre aunque no lo sea del pajarito que vuela sin hacerse preguntas y se muere sin saberlo. Así, fatalmente, si acabamos de aceptar lo dicho en 3), hay que pasar a 4) Esta realidad, a nivel de 3), es una estafa y hay que cambiarla. Aquí bifurcación, 5 a) y 5 b):
-Ufa -dice Marcos.
5 a) Cambiar la realidad para mi solo-continúa el que te dije- es viejo y factible: meister Eckart, Meister Zen, Meister Vedanta. Descubrir que el yo es ilusión, cultivar su jardín, ser santo, a la caza darle alcance, etcétera. No.
-Hacés bien -dice marcos.
5 b) Cambiar la realidad para todos -continúa el que te dije- es aceptar que todos son (deberían ser) lo que yo, y de alguna manera fundar lo real como humanidad. Eso significa admitir la historia, es decir la carrera humana por una pista falsa, una realidad aceptada hasta ahora como real y así nos va. Consecuencia: hay un solo deber y es encontrar la buena pista. Método, la revolución. Sí.
julio Cortázar, "Libro de Manuel"
martes, 27 de marzo de 2007
domingo, 25 de marzo de 2007
De profundos sonidos que salen vaya uno a saber...
Eso es, encontrar la singularidad de cada canción, de cada nota que se prolonga.
Fuera de esquemas y tiempos musicales predeterminados, idiomas o condicionamientos sociales.
En el fondo toda nota o arreglo es un grito visceral, un "primal scream", una necesidad, un impulso.
Y asi pasar de lo estático y con olor a humedad, a lo moderno y dinámico, sin prejuicios ni problemas, y como alguien dijo alguna vez: "sin buscarle la vuelta de rosca metafísica"-aunque la tenga-.
Y cada compás te traerá sensaciones a la mente, recuerdos inextricables de momentos casi olvidados, de aromas de ayer, de mañana y de siempre.
Fuera de esquemas y tiempos musicales predeterminados, idiomas o condicionamientos sociales.
En el fondo toda nota o arreglo es un grito visceral, un "primal scream", una necesidad, un impulso.
Y asi pasar de lo estático y con olor a humedad, a lo moderno y dinámico, sin prejuicios ni problemas, y como alguien dijo alguna vez: "sin buscarle la vuelta de rosca metafísica"-aunque la tenga-.
Y cada compás te traerá sensaciones a la mente, recuerdos inextricables de momentos casi olvidados, de aromas de ayer, de mañana y de siempre.
Vitácora de un parpadeo
Y en ese momento una seca cana cayó de su cabeza; zigzagueando por el aire rebotó en su muslo y fue a parar al suelo. Ahora no sería más que otra pelusa en la gastada vereda. Un apurado transeúnte la patearía luego hasta el portal de entrada del edificio. Nada más que una insignificante pelusa. Y así se pasearía por el enorme palier de entrada, iniciando sus primeras aventuras. El primer desafío fue el enorme escalón que pudo superar gracias a un cálido vientito del oeste, elevándose y escurriéndose hasta quedar frente al ascensor. Afortunadamente, el cadete de la oficina del tercer piso posó sobre ella la suela de su lustrado zapato con suficiente fuerza como para quedarse adherida. La subida fue dolorosa ya que el cadete rondaba los noventa kilos, razón por la cual se sintió aliviada cuando éste se bajó al pasillo del tercero. Enseguida se aferró con toda su fuerza al felpudo de entrada de la oficina. La oportuna salida de la señorita Susana de la oficinita la salvó de un ejercito de garrapatas que ya empezaban a incomodarla, y junto a ella volvió al ascensor. Una vez en él, la señorita Susana no eligió descender hacia la calle como se supone haría una vez terminada su jornada laboral. Es que Susana tenía un amante en el séptimo B, a quién visitaba los Lunes y Jueves de cada semana.
Nuestra amiga pelusa se movió con una libertad jamás soñada que la extasiaba por todo el amplio semipiso del joven muchacho del séptimo B. La fiesta no duró mucho. Fue su desgracia la ráfaga de viento que la elevó cuando Susana abrió la ventana del balcón, posándose sobre las cabezas de los amantes, y despidiéndose hacia el vacío de la ciudad. Pero de allí no hubo caída ni zigzagueante descenso. Quedó suspendida entre los edificios en lo que para ella fue la eternidad. Quizás nunca bajó, quizás desde allí ella también dejó caer una insípida cana a la gastada vereda...
Nuestra amiga pelusa se movió con una libertad jamás soñada que la extasiaba por todo el amplio semipiso del joven muchacho del séptimo B. La fiesta no duró mucho. Fue su desgracia la ráfaga de viento que la elevó cuando Susana abrió la ventana del balcón, posándose sobre las cabezas de los amantes, y despidiéndose hacia el vacío de la ciudad. Pero de allí no hubo caída ni zigzagueante descenso. Quedó suspendida entre los edificios en lo que para ella fue la eternidad. Quizás nunca bajó, quizás desde allí ella también dejó caer una insípida cana a la gastada vereda...
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