miércoles, 17 de octubre de 2007

Las milanesas de doña Paula

(o de las buenas costumbres)
A usted le parece, yo, a mi edad, tener que soportar semejantes insolencias. Ya le decía la otra tarde -que calor que hacía dios santo- a Don Goyo, cada día más descarada la gente, sobre todo los jovenes, pensar que en mis años de mocedad ni Mu se nos permitía, y mire que bien salimos, nadie se murió por respetar al prójimo. No, a ver, saquele un poco de grasita, ahi está mihijo, nalga me está dando, no? Asi me gusta. Como le decía, Don Goyo, que señor tan amable, usted se acuerda de aquella vez que Don Goyo sacó a palazos a un ratero de mi casa? Descarado, el mal viviente se escondía en la quintita, al lado de los zapallos... pobres mis zapallos. Y claro, una es una ridícula cultivando lechuga, pero no, ellos no, los mocosos de hoy la quieren servida, vaya uno a decirles que siembren unas hortalizas, ah no, ellos quieren el tomate rojo, redondo y brillante, y que se lo sirvan en rodajas vió, que el oreganito ni ocho cuartos. Claro, me olvidaba lo difícil que está conseguir trabajo hoy en día, pobres santos. Ma si, el Horacio me acuerdo se caminaba mañanas enteras buscando cómo ganarse la vida con dignidad. Vió que ahora hablan de los tomates transgénicos? Dicen que les ponen no se que mormona, ormona, algo de los pollos, y que por eso crecen tan gordos. Uno hoy en día no se entera ni lo que come. No querido, de usted no puedo decir nada, es tan amable, mire, mejor deme 900 gramos, a ver si el Silvito anda con hambre todavía. Eso, de ahi, mejor del medio, la punta es muy grasosa. Ay, una pandilla el otro día, para que le cuento, me lo agarraron al Boby, pobre Boby no paraba de llorar -porque mi Boby llora, casi un humano parece vió-, los mocosos le ataron las patitas al pobre, claro, cuando sali para ver estaba tirado en el piso el pobre, llorando, si hubiese visto como lloraba. Y ahora los sin verguenzas estos andan en pandillas, no son como los de antes que se la bancaban solitos, no mihijo, ahora ni la hombría conservan. Una vez el SIlvito vino con el ojo amoretonado, y yo le dije, que se arregle solo, y asi aprendió, asi me salió vió, como los de antes. El pan rallado no se olvide querido, si, una bolsita. Bueno, en que estaba.. ah si, en la noche del baile en que conocí al Horacio, que tiempos aquellos, una iba a los asaltos acompañada de la madre, o de alguna tía solterona, y nada de hacerse la cocorita, las reglas eran las reglas, eso le falta a la sociedad hoy en día, reglas, reglas firmes para poder...

-Hola doña Paula, que le puedo dar hoy?
-Ah, si, hola querido, disculpá, me distraje mirando las zanahorias. Dame 800 gramos de nalga nene, eso.

2 comentarios:

Ivana dijo...

¡Dios mío!


¡Es mi abuela Zelmira!

Ignacio Martín dijo...

¡Es mi abuela Haydée!