domingo, 17 de junio de 2007
También están estos momentos de oscuridad, en los cuales el castillito de construcciones lógicas y erudición se viene abajo. Al principio se empiezan a entrever los cimientos, la estrúctura de tirantes y columnas, o sea, desaparece el relleno. Pero indefectiblemente se termina cayendo abajo el castillo, carta por carta. Un escalofrío de escepticismo nos recorre la médula (al menos a mi me sucede así) y relativizamos (minimizamos) los logros conseguidos, las tesis elaboradas, los pequeños climax alcanzados. Se presenta como tal el absurdo de la existencia, del universo en su enésima potencia. En mi caso maldigo con toda mi alma nuestra condición de seres pensantes, aun más, maldigo la condición de pensadores que pretendemos atribuirnos. Incurro en una aparente contradicción y paradoja en la cual concluyo que el más inteligente de nosotros es el más idiota, el más iluso que pretende ser mejor solo porque emplea más y supuestamente mejor la razón. Pero tampoco me convencen los caminos místicos, la mayoría terminan en doctrinas. Y me siento solo, pero no es la soledad producida por ausencia de compañía humana, al contrario, me siento solo como humano en el universo, como todos los seres humanos conjugados y de cara al cosmos, llorando por incomprensión. Aquí generalmente llego al punto de odiar hasta el más bellos de los libros, los tildo de apócrifos, de espejos para alondras (que hipócrita, tengo que hasta terminar robando palabras a otros). Cuestiono hasta el más mínimo y simple de los conocimientos adquiridos, cuestiono la forma de una guitarra, descreo del amanecer que observo, del sentimiento que hasta ayer creía cierto. Ya ni dormir me consuela, porque si bien al despertar bendeciré nuevamente el aire que me seca los ojos, el suelo que piso firmemente, sé que tarde o temprano el absurdo aparecerá otra vez triunfante, para confirmar las sospechas y sumirme nuevamente en la depresión.
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2 comentarios:
Te diría que no estás tan solo, pero no vas a creerme. Porque ni siquiera yo puedo dejar de sentirme solo, porque tampoco te creo :P
Sí, a veces es inevitable ver la mitad vacía del vaso. Hay una otra mitad llena, ¡pero la otra está vacía! No se anulan mutuamente... De hecho, creo que son dos ideas complementarias, y que puedan coexistir es lo que a uno termina dándole por las pelotas. Habría que recibir un discurso opuesto, no complementario. Un discurso que desplace al del medio vaso lleno, porque pensar en una mitad llena nos lleva a pensar en otra mitad vacía, y viceversa, o más versa que vice. Habría que cortar el vaso y dejar al ras la parte llena, o volcar lo que haya en un vaso más chico (más angosto pero más largo, sino se cae en el complejo de los tamaños y ahí es otro tema, bastante más complicado te diré). Uno no tiene ni ha logrado un montón de cosas, pero no por eso hay que conformarse con lo poco que se hizo porque es lo mismo. No sé si soy claro (no). Primero habría que reconocer la falta, y luego abolirla de alguna manera, pero considerar lo que sí está, lo que sí ha sido conquistado, por más que sea mucho será poco, resultará casi nada. Eeeeeeeh... Qué quilombo me hice.
Nietzsche dice que cuando a los seres de una ínfima estrella del universo se les concedió la razón, ese constituyó el minuto más arrogante y más terrible de la historia.
Pero Nietzsche era a veces temible.
De todas maneras, algunos días estoy de acuerdo con vos. Por completo.
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